Galería fotográfica Summercase 2007

DÍA 1

En el momento en que llegamos al recinto del Summercase y pude apreciar el lugar donde tocaría media hora más tarde nuestra amada Polly Jean Harvey (PJ para los amigos)tuve la sensación que todo encajaba. Una calurosa carpa circense en la que no cabían más de 1.500 personas le daban la intimidad necesaria a la liturgia harveyana. Y ahí estábamos yo, mi amada y mi proyecto de hijo alojado en su vientre a punto para presenciar un bolo que prometía ser histórico. Cabe remarcar que es el primer concierto que mi primogénito habrá podido escuchar, puesto que a partir del cuarto mes, los fetos son capaces de reconocer sonidos y voces. Aparece la Harvey con un precioso vestido victoriano-futurista de un color blanco inmaculado. Ruge el respetable. Rasga levemente su guitarra. Pelos de punta. "Oh, my lover..." Histeria. Más tarde Snake, luego Dress, The Devil (inédita)... Rid Of Me... La tensión e intensidad es casi indescriptible... Todo lo bueno tiene el gran defecto de acabarse. El festival acaba de empezar pero salgo con la sensación de poderme ir a casa porque ya lo he visto todo. Y hay un feto que posiblemente toda su vida sienta algo especial cuando escuche la voz de PJ Harvey. O tal vez no. Pero creo que hay experiencias que quedan en el subconsciente y yo llevo clavadas todas esas canciones en mi hipotálamo. Ahora hemos de añadirle un vestido blanco de corte victoriano...









Tras el delirio provocado por el inmenso show de PJ Harvey llegaba el turno de Flaming Lips. Como la inmensa mayoría de la gente no pudo entrar a la carpa ya estaban situados en el escenario principal así que nos tocó ver el show de lejos. Pero no impotó en absoluto. Desafortunadamente nos perdimos el espectacular inicio del concierto en el que el cantante de la banda se paseó por encima del público encerrado en una burbuja de plástico. Aún y así pudimos disfrutar del confeti, los Papá Noeles estivales, la lluvia de globos gigantes, los bailes de Yoshimi, las gogo's psicodélicas, el personaje de las manos XXXL... y demás elementos del universo freak de los de Oklahoma City. Un buen parentesis para esperar el otro plato fuerte de la noche, los canadienses Arcade Fire.





Un show de Arcade Fire es siempre una experiencia única. Tan solo cuentan con dos discos, pero son dos jodidas maravillas capaces de transportarte a dimensiones y estados de ánimo que habitan unos cuantos kilómetros por encima de tu cabeza. Y su directo no le anda a la zaga. Tal vez los temas suenen un poco más enérgicos que en estudio y eso es pura gasolina para un público que no para de corear los estribillos de las canciones. Mi primogénito patea con fuerza. Surgen dudas sobre si le molestan los bajos de la música o si se está marcando el primer pogo de su vida. Los canadienses no dan ni un minuto de tregua. Intercambian instrumentos constantemente mientras desgranan lo bueno y mejor de sus dos joyitas (Funeral y Neon Bible). Las dos veces que los he visto me han impresionado de manera especial los dos percusionistas, que no paran de golpear a sus compañeros y los instrumentos ajenos con una actitud verdaderamnete punk de la vieja escuela. Acaba el show y me sabe a menos que la vez anterior por el "efecto Harvey" pero nos vamos a casa convencidos de que acabamos de presenciar un conciertazo de una de las bandas más relevantes de la década.




DÍA 2

Nada más llegar al recinto me pido una birra, me dirijo al concierto de Badly Drawn Boy y... ¡Zas! Garantías was there (foto abajo). Buen augurio, siempre que lo he visto he disfrutado de una buena velada.

En cuanto al concierto, no tenía grandes espectativas, y no me decepcionó en absoluto. Las melodías que factura este cantautor de Manchester son atractivas y delicadas. Sin duda me entraron ganas de profundizar más en el universo de Damon Gough. Eso sí, me entraban picores en la cabeza sólo de ver que no se quitaba su caracteríastico gorro de lana a pleno sol de Julio.




Ya había avanzado en otros posts mi fascinación por Shara Worden y su proyecto My Brightest Diamond. Y esa admiración se ha multiplicado por mil después de ver lo rematadamente buena que es en directo. Esa combinación tan personal que hace de gospel-rock-opera-cabaret fundió literalmente a los afortunados que decidimos prescindir del show de Soulsavers (desafortunadamente programado para la misma hora). Interpretó lo bueno y mejor de "Bring Me The Workhouse" con una intensidad que ponía los pelos de punta. La calurosa carpa semivacía de la primera canción fue convirtiéndose poco a poco en un lugar mágico que acabó sufriendo un overbooking de animales festivaleros incrédulos de lo que estaban presenciando. Cabe decir que cuando Worden interpretó una inolvidable versión de Edith Piaf hubo una atronadora e interminable ovación que hizo llorar a esta especial musa post-moderna. Si la inigualable Polly Jean no hubiera tocado el día anterior estaríamos hablando del mejor concierto del festival. Aún así, es uno de mis shows del año.





¡Quién me iba a decir a mí que algún día iba a escribir lo que voy a hacer a continuación! En la era del grunge (y posterior) yo era de los que me meaba en Oasis, defecaba en Blur, me limpiaba el culo con la portada del dichoso disco de Supergrass y me moría de ganas de apalizar y robarle el bocata al empollón del cantante de Pulp. Me hago mayor, y afortunadamente expando mi mente y mis horizontes. Hoy en día reconozco que "Common People" es un himno de la clase trabajadora y que Jarvis Cocker es un frontman brutal. Cabe decir que su disco en solitario no desata pasiones en mí, pero esas canciones interpretadas en directo ganaron muchísimo. El gafitas transpira magnetismo, carisma y actitud, más aún cuando afronta el clásico de Survivor "Eye Of The Tiger" para cerrar el show...






Desde que un colega del instituto me dejó "Barbed Wire Kisses" la música de los hermanos Reid llegó a mi vida para quedarse. Lo primero que me llamó la atención de ellos fue la marciana y oscura versión del "Surf in USA" que cada verano pinchaba sin cesar en mi walkman mientras paseaba por la ciudad o iba a la playa. Y así "Head On" (no es de los Pixies!!!!), "Sidewalking", "Just Like Honey" (sin necesidad de Scarlett), "Happy When it Rains", "Some Candy Talking" o "Reverence" se fueron instalando en mis recuerdos, emociones y sentimientos. ¿Qué pasó durante el apoteósico show del Summercase (sin necesidad de Scarlett, again)? Como decía el filósofo: ¡GALLINA DE PIEL!






Electrelane fueron una de las sorpresas agradables del festival. Que unas post-adolescentes com pinta de haber hecho la selec este año pongan una carpa patas arriba a base de guitarrazos, ritmo y actitud siempre es de agradecer. Cabe destacar a la sexy guitarrista Mia Clarke, que por momentos parecía la nieta de Hendrix, la sobrina de Joan Jett y la hija de Donita Sparks.




Ya había visto a Kaiser Chiefs en 2005 en su primera gira y nunca imaginé que llegarían tan lejos. Me parecía una buena banda con un gran disco de debut, pero ahora ya son mucho más. Creo que fueron unos de los triunfadores del festival a nivel masivo. Tuve la oportunidad de estar en primeras filas un ratito y había adolescentes completamente histéricos coreando hasta la última palabra de "I Predict a Riot" e hicieron sentirme un poco nostálgico de cuando yo hacía lo mismo con "Killing In The Name" o "Spoonman". Es un himno de otra generación, pero sin duda, un himno.





Una esplanada-anfiteatro con más de 20.000 personas desbocadas (y la mayoría muy pasadas de vueltas) bailano es sin duda espectacular de ver; y más si todo va acompañado de unos visuales hipnóticos. A nivel estético un 10. ¿Y la música? Para decirlo finamente, no estoy hecho para esto. Sigo pensando que la música electrónica apesta. Y no me vale la escusa que la mierda esté envuelta en un papel de regalo espectacular...